jueves, 11 de diciembre de 2014

Qué puede caber en la cabeza de un alfiler



A simple vista es obvio que en la cabeza de un alfiler mucho no ha de caber, sin embargo hemos algunos afirman que en ese minúsculo lugar se puede llegar a escribir el Padrenuestro completo.

Los científicos ahora sostienen que se puede escribir mucho más que eso, como por ejemplo toda la Enciclopedia Británica, la cual ocuparía solamente un poco más del uno por ciento del espacio; mediante un haz de electrones muy bien enfocados.

Las líneas que traza este haz de electrones bajo el control de un ordenador, tiene sólo dos átomos de ancho; es tan fina, que entrarían un millón de ellas en una raya común de lápiz.

La cabeza de un alfiler tiene aproximadamente un milímetro de ancho y los átomos que la componen son unos cuatro billones, o sea un cuatro seguido de doce ceros. Si a esos átomos los dividimos en cuadrados de 12 átomos por lado, podríamos tener 28.000 millones, de esos cuadrados contenidos en la cabeza del alfiler.

Si en cada cuadrado disponemos palabras con sus respectivos espacios entre ellas, entrarían unas 4,700 millones de ellas.

La Enciclopedia Británica contiene unos cincuenta millones de palabras de manera que quedaría la mayor parte del espacio sin ocupar.

Claro que el hecho de poder escribir toda una enciclopedia en la cabeza de un alfiler no tiene ninguna utilidad más que demostrar lo maravillosa que es la técnica.

Un haz de electrones puede ser empleado más provechosamente, por ejemplo para analizar los elementos que se encuentran en determinados lugares y la cantidad exacta de cada uno de ellos.

Este análisis puede ser muy útil en el campo de la superconductividad en distintas tecnologías que servirían para mejorar la sociedad, como por ejemplo para producir pequeños circuitos en los chips de ordenador que podrían encajarse con facilidad en uno solo, de muy pocos milímetros de lado.

También se podrían construir complejas maquinarias para pensar, haciendo posible la inteligencia artificial que hasta podría superar la natural.

Las posibilidades son muchas, pero dependen del lugar que ocupen en la lista de prioridades.

Malena.
Fuente: “Fronteras y otros ensayos”; Isaac Asimov.

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